Reseñando El granjero y el payaso…

… de Marla Frazee.

Hoy traemos a nuestro espacio un álbum infantil de una escritora e ilustradora americana reconocida con varios premios en su haber.

Una relación imprevista entre un granjero solitario y un pequeño payaso separado accidentalmente de su familia. Con solo ilustraciones en 32 páginas y sin necesidad de palabras, seremos testigos de situaciones conmovedoras.

Sinopsis

Una amistad inesperada entre un granjero solitario y un pequeño payaso separado accidentalmente de su familia.

Sin necesidad de palabras, juntos harán descubrimientos sorprendentes.

La autora

Marla Frazee (16 de enero, 1958) es una autora americana e ilustradora de literatura infantil. Frazee nació en Los Ángeles, California y se mudó a Glendale, California, durante su infancia. Encontró su inspiración temprana en libros para niños como los de Maurice Sendak y Robert McCloskey. Asistió a la Universidad en el área metropolitana de Los Ángeles, donde obtuvo su licenciatura en Bellas Artes en el Art Center College de diseño. Después de graduarse colegio, Frazee trabajó para varias empresas de publicidad, educación pública, juguetes, juegos y revistas. Diseñó para empresas como Mattel, Milton Bradley y Parker Brothers. Frazee incluso diseñó cajas de Happy Meal para McDonald’s. Buscó cualquier trabajo de ilustración que pudo y envió su obra a varias editoriales.

Después llegaría el éxito con sus numerosas publicaciones, llegando a ganar en dos ocasiones la medalla Randolph Caldecott, el premio más prestigioso para libros infantiles.

Marla Frazee dice que la manera de dar sentido a este mundo grande y complicado es a través de escribir e ilustrar. Esto define a una autora que vive y trabaja en su casa de Pasadena, California. Nació en Los Angeles, siempre ha vivido en California y hace gala de ello (no quiere que la tomen por neoyorquina). Se casó en 1982 con el fotógrafo Tim Bradley. Tiene tres hijos, una pequeña biblioteca gratuita delante de su casa y trabaja en su estudio en el patio trasero.

Asegura que si es capaz de contar historias en palabras o en imágenes que significan algo para ella y le importan, entonces, también querrán decir algo a los demás.

Su forma de trabajar y buscar inspiración siempre han sido las mismas: estudiar el género y los mejores libros del pasado, echar un vistazo de lo que se publica hoy, leer todo el tiempo, «Lea todo lo que se pueda«, ser apasionado y honrado en lo que está haciendo y por qué lo está haciendo, amar lo que se hace y contar historias que importan.

Mis impresiones

Evocador. Cautivador y estimulante. Esto es lo primero que se me ocurre después de leer el libro, y digo leer aunque no haya palabras, porque las ilustraciones son tan sugerentes que caben varias interpretaciones.

Es un libro sobre sentimientos, pero los sentimientos son comunes a todas las edades. La propia autora afirma en su página web que no cree que sea más fácil ser un niño que un adulto. Los niños y los adultos tienen cosas diferentes que afrontar, pero los sentimientos que tenemos cuando estamos haciendo frente a una situación determinada son los mismos. Como niños y ahora como adultos, nos podemos sentir abrumados, así como encantados. A veces sentimos el miedo y otras veces somos valientes. Podemos considerarnos amados y luego, un segundo más tarde, solos, ignorados e incomprendidos. Podemos quejarnos y luego sentirnos culpables por ser unos quejicas.

Ante una historia sin palabras cualquier explicación narrada está lejos de hacerle justicia, pero ahí va mi intento.

La historia comienza al albor de un nuevo día para un anciano granjero. Se encuentra trabajando en soledad en el campo donde lo sobrevuelan unos cuervos. Algo rompe su monotonía al final de la jornada cuando de un tren se cae un niño-payaso. Después de un afectuoso encuentro se dirigen a su pequeña casa con su porche orientado al sur. Allí cenan y se asean. La primera situación de conflicto surge cuando al lavarse desaparece la pintura del rostro del niño-payaso. Pierde algo de su identidad. La tristeza le embarga y, luego, el anciano vela el sueño del niño que duerme en su cama. A la mañana siguiente el granjero trata de alegrarlo haciendo piruetas. Se pasan el día realizando las labores ordinarias de la vida en una granja y almuerzan a la sombra de un árbol cuando vislumbran en el horizonte un tren. El niño se emociona con el encuentro de su familia del circo. Tras una emocionada despedida, el niño parte en el tren dejando al anciano solo como al principio. Pero, ¿es esto cierto? El anciano no parece ser el mismo que antes. En la despedida se produce un intercambio de sombreros y algo más.

¿Qué puede quedar de este encuentro? Son dos generaciones que se encuentran y se reconocen como diferentes. Las experiencias nos hacen cambiar y nos abren nuevos mundos. El conocimiento adquirido por las circunstancias seguro que dejará una huella en ambos.

Es un libro de evocaciones que nos conduce a una serie de asociaciones de ideas. Vida monótona ante la variedad, vida solitaria frente a la compañía, vida sedentaria frente a vida nómada. Un libro abierto, sin límites, el único límite: la imaginación. Las imágenes las produce Marla Frazee, las palabras corren a cargo de los lectores.

Muchas gracias a la editorial Algar por el envío y por el excelente trabajo que están realizando para el público infantil.

Nacho GO