La hija del tiempo…

La hija del tiempo. Josephine Tey.

¿Quién es “la hija del tiempo”? pues la respuesta es: la verdad. Es cierto que el tiempo nos pone a todos en nuestro sitio y eso es lo que intenta hacer, desentrañar la verdad, el policía Alan Grant desde la cama de un hospital.

Así arranca la novela, con un inspector de policía de Scotland Yard convaleciente, tumbado en la cama de un hospital. Muchas son las personas que tratan de animar a este arisco y aburrido paciente. Le llevan libros y revistas, pero nada parece sacarle de su hastío. Sin embargo todo va a cambiar cuando su amiga, la actriz Marta Hallard, llega con una postal que representa un cuadro con la imagen de Ricardo III de Inglaterra.

La contemplación de esta imagen es la que pondrá su mente a funcionar, el detonante de la trama y la salida de la apatía de Alan Grant. Tanto el punto de partida como el desarrollo de la novela me ha parecido algo absolutamente fascinante. Un detective que trata de resolver un crimen de hace cinco siglos, cágate lorito. 

Es muy conocida, gracias a la literatura y numerosas referencias, la figura de Ricardo III. Un rey tenido por cruel, deforme, un monstruo asesino de niños que no se paró en barras para hacerse con el poder. Alan Grant no reconoce esta imagen en la figura representada en la postal que le trae su amiga.

De todas las formas posibles de enfrentarse a una situación narrativa como esta, por ejemplo situar la narración en el siglo XV y utilizar dos tiempos narrativos, la autora elige la más complicada: no cambiar el punto de vista que nos presenta en la primera página  y mantener el punto de vista del detective amarrado a una cama con la ayuda de unos colaboradores voluntarioso, como el complaciente y simpático estudiante americano Brent Carradine que se dedica a la investigación histórica.

La novela resultante es un interesantísimo híbrido entre novela de misterio, histórica y ensayo, porque el estudio de la figura de Ricardo III es minucioso y muy inteligente. 

El aspecto más interesante de la novela, aparte por supuesto de lo entretenido de la trama y lo bien conseguidos y caracterizados que están los personajes con tan poco diálogo y tan poco espacio físico, es el asunto de la perspectiva y de la autenticidad de los datos históricos.

Porque la objetividad de lo que se cuenta hay que ponerlo en entredicho, hasta los datos pueden ser sujeto de interpretaciones. Porque para entender la historia, la mano y el criterio del autor va a marcar todo lo que nos relatan. Lo mismo que un cuadro puede no representar fidedignamente la imagen real de una persona, los hechos históricos pueden estar contaminados por la visión o las visiones heredadas de anteriores historiadores.

Pero aparte de todo esto, se trata de una novela tremendamente interesante en cuanto a la propia historia, a la propia verdad que el detective trata de esclarecer. Es realmente un prodigio cómo se puede construir esta investigación histórica viajando en el tiempo a través de documentos históricos más o menos fidedignos, igual que si se tratara de testigos poco fiables en un caso de la actualidad.

Si algún pero puedo ponerle a esta obra, es que creo que, a las personas poco familiarizadas con la historia de Inglaterra de esa época les puede resultar un poco densa la primera parte por tener que recordar y relacionar los nombres de los personajes históricos (aunque para ellos hay un árbol genealógico muy útil). Aunque quizá no sea necesario quedarse con toda la ascendencia y descendencia de ellos para comprender la narración.

No queda más que recomendar a esta autora, una estupenda traducción de Efrén del Valle y esta edición tan cuidada y tan bonita. De hecho, ya tengo en la estantería otro libro de la autora: el conocido Un chelín para velas con traducción de Pablo González-Nuevo como el resto de lo que la editorial lanza como Biblioteca Alan Grant dentro de su colección.

Nacho GO

La hija del tiempo.
Josephine Tey.
The Daughter of Time
Traducción: Efrén del Valle
Editorial: Hoja de Lata
ISBN: 978-84-16537-63-1
Páginas: 260
21,90 €

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