Y tú no regresaste…

… de Marceline Loridan-Ivens.

Hay libros que dejan una marca indeleble y, mucho tiempo después de haberlos leído, permanecen vivos en nuestro recuerdo. Éste es uno de ellos. A los ochenta y seis años, Marceline Loridan-Ivens ha volcado en esta carta abierta a su padre un cúmulo de sentimientos profundamente arraigados desde su juventud, de los que ha sido incapaz de desprenderse durante toda una vida.

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Título original: Et tu n'es pas revenu
ISBN: 978-84-9838-711-7
Número de páginas: 96
Tipo de edición: Rústica con solapas
Sello editorial: Salamandra
Colección: Narrativa
PVP: 14,50 €

La dramática lucha de una chica de quince años por sobrevivir en una situación que ha pasado a la historia como paradigma de la máxima depravación de la que es capaz el hombre queda plasmada con una voz asombrosamente desprovista de sentimentalismo y autocompasión. En su lucha imposible contra una fuerza aplastante, Marceline narra los hechos cotidianos con la frialdad y la distancia de quien, incluso después de setenta años, no puede permitirse ni siquiera el sufrimiento; de alguien que invirtió hasta la última fibra de su persona en un solo fin: salir con vida del infierno y honrar así las palabras de su padre.

Pero más allá del conmovedor homenaje de una hija a la única persona en el mundo a la que pudo amar de verdad, estas páginas exhalan un reconfortante soplo de energía y vitalidad, una demostración palpable de la insondable capacidad del ser humano para sobreponerse a los desafíos más extremos que su propia especie le presenta.

Mis impresiones

A veces me asusto de lo que disfruto con estos pequeños, o grandes, la verdad es que me da igual, testimonios sacados de la barbarie. Quizá no sea disfrutar el verbo más adecuado para describir el sentimiento tan desgarrador que te produce una lectura como esta pero sí… lo disfruto porque estas lecturas generan en mí una conmoción que me hace reflexionar siempre de manera diferente y sobre todo positiva. Porque siempre me pregunto qué hubiera hecho yo… y me sobrecoge la fortaleza de quienes han vivido para contarlo.

Muchas son las novelas y relatos que se han escrito y se siguen escribiendo basados en este período de nuestra historia reciente, una ardua tarea de documentación e investigación por parte de los autores que me imagino será de lo más angustiante por la cantidad de testimonios que nos acercan a semejante genocidio. Pero este caso es diferente. Es uno de esos en los que la ficción desaparece totalmente y lo que nos encontramos son  las palabras de la propia autora, superviviente de los campos, hacia un padre con el que llegó a semejante nido de muerte pero que fueron rápidamente separados y no volvieron a verse. Lo que nos ofrece en estas 96 páginas es una carta a su padre. Le cuenta lo que ella pasó desde ese momento clave y lo hace hablándole como si su padre tuviera la oportunidad de leerla e incluso a veces… de responder a sus preguntas.

«A pesar de lo que me sucedió, yo he sido una marcelinapersona alegre; tú lo sabes. Alegre a nuestra manera, para vengarme de estar triste riéndome de todos modos.» […] Así empieza su carta. Reconozco que esta frase me hizo volver a mirar la solapa en la que tenemos un pequeño resumen de la autora y contemplar su rostro. Creo que si  me hubiera pasado lo mismo no hubiera vuelto a sonreír en mi vida.

Marceline tiene dos cosas grabadas… En su memoria lleva la desgraciada profecía de un padre por el que sentía tremenda devoción y la otra es su número de serie, un número cargado de esperanza, porque el hecho de que te numeraran significaba la diferencia entre morir inmediatamente o seguir luchando. Y ella siguió luchando y ahora ha reunido las fuerzas suficientes para tratar de comunicarse con un padre del que no pudo despedirse.

Pos circunstancias personales yo, una vez, no pude despedirme de alguien. Claro que obviamente no tiene nada que ver pero sí me ha hecho reflexionar en cuántas cosas nos quedan por decir a quienes ya no tenemos mientras perdemos el tiempo con gente que no merece ni una sola de nuestras palabras.

No os contaré nada más porque he tenido que hacer la reseña en varias entregas para poder afrontarla. Creo que es suficiente. Leed Y tú no regresaste porque su dureza nos regala a cambio una reflexión de belleza incalculable.

Eris

28 respuestas a “Y tú no regresaste…

  1. Imposible decirte que no. Además ya tenía este libro apuntado por otras reseñas, así que con la tuya sube puestos. Aunque hay que encontrarle el momento adecuado.
    Besotes!!!

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  2. Desde que lo he visto me ha llamado la atención el libro. Coincido en que yo tampoco creo que pudiera volver a sonreír. Gracias por al reseña.

    Un saludo,
    Laura

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  3. A mí también me cuesta utilizar la palabra disfrutar con determinadas lecturas. Creo que esta sería una de ellas porque si dices que es duro pero a la vez bello me parece que este libro es para mí.
    Besos!!

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