Cantar de Ruodlieb. Anónimo.
El poder de un gran trabajo de traducción.
“Había una vez un caballero de ilustre prosapia llamado Ruodlieb,
que adornaba con su conducta una innata nobleza.
Cuentan que tuvo muchos señores ricos
y aunque muy a menudo les rindió servicio conforme a sus deseos,
no pudo conseguir ninguno de los honores que creyó merecer.”
Cantar de Ruodlieb
Anónimo altoalemán del siglo XI
Edita Siruela
Introducción y notas de Maite Jiménez Pérez
Traducido del latín Maite Jiménez Pérez
ISBN:978-84-17860-76-9
Encuadernación:Cartoné
Páginas:184
Dimensiones:145 x 215 mm
15,95€
Me propuse leer el Cantar de Ruodlieb como una hazaña lectora, una salida de mi zona de confort con el propósito de meterme en un mundo, para mí, totalmente desconocido. Si dijera que es un tipo de lectura poco frecuentado mentiría deliberadamente. No he leído nada más que alguna que otra parte del Cantar del Mío Cid y lo recuerdo con la tremenda ignorancia que caracterizaba a una época ya camino del olvido. Leer este poema es ya mi descubrimiento de la temporada y solo acabamos de empezar.
Nos encontramos ante un poema épico traducido del latín y compuesto en el último tercio del siglo XI en territorio alemán pero que no fue descubierto hasta principios del siglo XIX como bien se nos explica en una introducción en la que Maite Jiménez, la traductora de la obra, da rienda suelta no solo al trabajo de investigación que supongo ha realizado para ello sino que nos deleita con una interpretación interesantísima sobre la historia que envuelve tanto a su autor como al protagonista, nuestro caballero Ruodlieb.
Soy una lectora atípica, de esas que se leen las introducciones al final, junto con los epílogos. Y recuerdo la enorme satisfacción que supuso para mí conocer lo poco que se sabe de su autor y las conjeturas a las que se han ido llegando con los años sobre ese anónimo que escribió una historia tan moderna para la época en la que se percibe que se deleitaba con pasión y audacia en cada uno de sus versos.
Tal y como se recoge sin esfuerzo de la cita que da apertura a mis impresiones sobre esta lectura conocemos a Ruodlieb ya en el primer verso. Un joven caballero de buena posición que se ve obligado a tomar una decisión dejando a los suyos sumidos en una profunda tristeza. Así decide abandonar su patria a causa de ciertas desavenencias con los señores a los que servía acompañado de un escudero y de un perro, con el equipaje y armamento propio de un caballero.
Y así empieza la historia que me acompañó durante aquella mañana en la que me alegré enormemente de poder estar inmersa en la vida de nuestro caballero a lo largo de unas aventuras, que reconozco, no tienen desperdicio. Casi me da vergüenza admitir la gran sorpresa que me llevé al leer cada una de sus peripecias y recuerdo que observaba con asombro y amargura cada una de esas paradas inevitables que el paso de los siglos ha dejado en el manuscrito original del que solamente sobreviven 2.306 hexámetros y que hoy somos capaces de disfrutar de su lectura con cicatrices, por supuesto, pero que gracias a su magnífica reconstrucción aporta al lector momentos inolvidables.
A lo largo de cada una de las partes que constituyen el Cantar de Ruodlieb seguimos en su lectura al héroe, al caballero fiel, al honrado servidor, al consejero, al gran cazador y pescador, al perspicaz jugador de ajedrez, al mensajero… todo eso y más para el protagonista que preside cada uno de estos pasajes y que viene acompañado en cada una de sus peripecias de memorables personajes. No creo que me olvide de ninguno de los doce preceptos que el Rey Mayor le legó a Ruodlieb a los que pienso hacer mención, a la par que caso, más de una y de dos veces en el futuro.
Una lectura estupenda para vencer el miedo a lo desconocido que se queda más allá de lo simplemente ameno. Un gran trabajo de traducción al que debemos estar agradecidos eternamente los lectores no solo por hacerlo posible sino por haberlo hecho sonar tan bien y con tanta belleza. Sin él y sus notas sería un poco más ignorante y sobre todo no podría hablar de ello como ahora, con el orgullo de llevar a Ruodlieb en mi memoria, de querer volver a abrir este precioso ejemplar que ha editado Siruela para el que solo tengo una pega: pongan, por favor, a los traductores en la cubierta. Sin ellos, no hay lectores.
Eris
En muy contadas ocasiones ocurre que ambos leamos el mismo libro, porque en nuestro planeta los vientos soplan en varias direcciones. El gran interés que demostraba Eris al tiempo que iba leyendo me picó la curiosidad. Los ingleses dicen que ésta es la que mató al gato, pero en este caso recompensó al lector. Los gustos por las lecturas son contagiosos, pero como yo soy, como muchos, un lector maniático sólo lee los libros que poseo físicamente y aquí las bibliotecas están separadas. De esta forma nuestras recomendaciones mutuas se van diluyendo con el tiempo y dedicamos nuestra atención a derivas diferentes.
Pero, como digo, este fue un caso diferente y pedí a la librería otro ejemplar para disfrute propio. Mereció la pena. Mi caso es diferente al de Eris y sí que estoy más relacionado con este tipo de lecturas. Me pareció una obra completamente absorbente, en gran medida por la labor de la traductora y sus notas que, lejos de hacer alarde de erudición (que sin duda posee), son una herramienta para poner al alcance de cualquiera una obra de hace 1000 años.
Poco tengo que añadir respecto a las características de este cantar y siempre tendré muchos recuerdos de esta primera novela de caballerías, de un perro fiel, de un rey que paga con consejos y un enano voluntarioso.
En nuestra cultura popular actual encontramos obras de gran éxito, como la serie de Juego de Tronos o las novelas históricas. Es claro el regusto medievalista de muchos trabajos interesantes. Ahora tenéis la oportunidad de disfrutar de lo auténtico.
Hay quien dice que leer es viajar, conocer otras vidas y otros mundos. Hay quien viaja sólo para darse cuenta de lo cómodo que se está en casa. Pero no perdáis la oportunidad de alcanzar parajes y personajes inolvidables. De haber tenido la ocasión, a nuestro Alonso Quijano le habría encantado. Así que agarraos a la cordura y leedla.
Nacho GO
Reblogueó esto en Grand Toury comentado:
Gracias a Eris y a NachoGO por esta reseña tan entrañable.
Me gustaMe gusta
Pues me la apunto.
Me gustaMe gusta
Qué joyita presentáis! Y sí, los traductores se merecen estar en la portada, sin duda.
Besotes!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pues sí, qué lástima que no incluyan a menudo a la traductora en la portada…En cuanto al libro, la edición parece muy bella, pero no me termino de animar, hace años leí Cantar de Mio Cid y con eso tuve para un buen rato. No es de mi estilo, lo siento, pese a lo mucho que lo habéis disfrutado (me ha gustado leer ambas reseñas, me parece muy interesante ver diferentes puntos de vista)
Me gustaMe gusta