Una educación…

Una educación. Tara Westover.

Título original: Educated. A Memoir.
Traductor: Antonia Martín
Sello: LUMEN
Fecha publicación: 09/2018
Idioma: Español
Formato, páginas: TAPA BLANDA CON SOLAPA, 472
Medidas: 151 X 230 mm
ISBN: 9788426405166
21.90 €

Me gustan las novelas que llaman de iniciación, esas que nos cuentan cómo alguien ha pasado de su niñez a su madurez… que nos cuentan, en definitiva, una vida. No sabría decir si me gusta más que este tipo de novelas se encuentren narradas en primera persona o en tercera pero lo que sí puedo decir es que, a veces, el tono escogido me chirría un poco. En Una educación me ha gustado que sea en primera persona porque la que nos cuenta su historia es la propia autora y eso le da muchísimo más valor a cada una de las líneas que nos muestran los pasos que ella misma ha dado hasta llegar a donde está.

«Podéis llamarlo transformación. Metamorfosis. Falsedad. Traición. Yo lo llamo una educación.»

Es bastante curioso que la frase escogida para la promoción de la novela sea la que da fin a la misma. Uno no se mete a ciegas en ella si antes ha leído la sinopsis ya que se trata de un resumen bastante concienzudo de lo que nos vamos a encontrar. Sin embargo, cuando llevas ya unas cuantas páginas te das cuenta de que eso no es lo importante, lo importante cómo Tara ha evolucionado en un ambiente en el que no encajaba y en el que además se sentía pequeña, la hacían sentir pequeña.

La familia de Tara vive en las montañas de Idaho, donde ella ha nacido y crecido según las leyes que la religión mormona y en especial bajo el fundamentalismo de su padre, un hombre atemorizado por el tiempo, convencido de que el fin del mundo es inminente y que solo ellos estarán preparados para superarlo. Ella y sus hermanos estudiaban en casa aquello que eran capaces de aprender tras terminar el trabajo en el desguace con su padre, no van a la escuela, no acuden al médico cuando enferman sino que emplean para curarse los remedios naturales que les proporciona su madre, curandera y partera. Tara aprende poco a poco las normas del mundo que le rodea y ahora, con veintinueve años reconstruye para nosotros los incidentes, los maltratos sufridos a mano de su hermano, los puñetazos de un pasado del que poco a poco fue escapando sin saber cuál sería su destino y lo hace a través de los gritos que le otorga su memoria y un diario que escribía desde niña. Solo ella podía salvarse a sí misma ya que nadie en su hogar iba a ponerle las cosas fáciles.

La obsesión de Tara por conocer lo que había más allá de las costumbres de su familia, su talento y su tenacidad la llevan a conocer una vida fuera de la casa paterna a sabiendas de que eso la llevaría a ser rechazada por su familia. Empieza de cero tratando de alejarse de la indiferencia de una madre cómplice de situaciones en las que Tara se ve sometida, mirando para otro lado no solo por los mandatos de su marido sino por el salvajismo que sufre por parte de uno de sus hermanos.

Estamos ante una de esas novelas para digerir tranquilamente con momentos angustiantes y otros en los que cabe un poco de esperanza para ella, a través de un futuro escogido  en el que quizá tenga que ser valiente ante el camino solitario que ha decidido transitar. Una historia que sorprende por la realidad que se digiere, que asusta. No es una historia de otra época, es una historia de este siglo y quizá de ahí mi sorpresa al leerlo. Un ejemplo de superación donde se nos muestra, efectivamente, la metamorfosis de la protagonista a través de su propia educación, la que ella decidió buscar hasta encontrarla. Todo es posible… Como dijo Einsten… «Si quieres vivir una vida feliz, átala a una meta, no a personas o cosas.«

Eris

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